La mayoría de las esponjas utilizadas en la cocina están fabricadas de espuma de poliuretano (o gomaespuma), un material poroso compuesto de polímeros plásticos. La humedad característica a la que están expuestas y las microgrietas que se forman en las esponjas hacen que sean propensas a alojar bacterias. Lo recomendable para evitar esto es limpiarlas con frecuencia retirando los restos de producto de limpieza, partículas de comida o grasa que pueda haber quedado adherido y sobre todo, mantenerlas secas cuando no se use.